El avispero afgano

 

Soldados españoles regresan a la base española de Herat.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No es un secreto para nadie la peligrosa deriva de los acontecimientos en Afganistán. El país que parecía lentamente avanzar hacía la democracia y la autosuficiencia ha dado de nuevo un giro de 180 grados y se sitúa de nuevo al borde del abismo. Esta situación tiene, a primera vista, dos grandes responsables, por un lado la coalición internacional que no consigue asegurar la seguridad del país, y por otra, el gobierno afgano que se muestra incapaz de controlar la situación. Y, en medio de este caos, están desplegados alrededor de 700 militares españoles. Pero si bien esto  es cierto, el Gobierno de España coloca a nuestros soldados en una situación más atípica aún. Hay que recordar que, una de las banderas con las que inesperadamente nuestro “curioso” gobierno llegó al poder en 2004 (tema que daría para otros muchos artículos) fue el del famoso “no a la guerra”. La oposición radical que, el entonces partido de la oposición, realizó al apoyo español de la llamada guerra contra el terrorismo. Pero basta con releer los manifiestos de entonces para saber que no era una oposición sólo a la intervención en Irak, era en toda regla una oposición a todas las intervenciones que, como la afgana, se realizasen de la misma manera. El problema surge cuando Zp tiene que pasar de la pancarta al Gobierno, de la descalificación a la decisión, de las proclamas a los hechos, y, de nuevo, este paso se le da muy mal al Gobierno y su inoperancia la pagan los españoles. El tema de Afganistán es un tema casi tabú para la Administración salvo cuando se producen algunos lamentables sucesos como hace bien poco. Este Gobierno no quiere saber nada del tema, porque no le interesa, le incomoda. Resulta evidente el asombroso parecido de los conflictos afgano e iraquí: los dos llevados a cabo por una coalición internacional liderada por EEUU, los dos jurídicamente basados en resoluciones de la ONU (interpretables de una u otra manera), los dos con la teoría Bush de la guerra contra el terrorismo como soporte,…Entonces, ¿cómo es que la España de Zapatero adalid de la Alianza de las Civilizaciones y antagonista de los EEUU de Bush sigue allí? Esta pregunta es tan evidente que incluso al Gobierno, y esto no es fácil, le sonroja. Incluso los compañeros de “manifa” de antaño, como los intelectuales, verdes, comunistas, actores de supuesto relumbrón,…le recuerdan al presidente cada vez que pueden la terrible contradicción en la que se haya su gestión. Es por esta razón por la que Afganistán es tabú para Moncloa, y evidentemente cuanto menos ruido se haga, mejor. Mientras por aquí nos divertimos en hacer pancartas y discusiones a miles de kilómetros de aquí la cosa se complica. España es responsable de la provincia de Badghis  al noroeste del país, una provincia en principio tranquila pues está alejada del sur, fronterizo con Pakistán, donde se localizan los principales combates. No obstante la provincia es una de las más pobres del país dónde mal viven casi 400.000  personas, y que apenas cuenta con ningún soporte básico de salubridad como agua potable o red eléctrica. Precisamente por esto y por la situación en general del país, la provincia se está convirtiendo en campo de cultivo de la resistencia, así como del nacimiento de diversas mafias locales. Ante esto nuestras tropas, no sólo son escasas, sino que están mal equipadas. Hasta hace bien poco no se empezaron a instalar en los vehículos los inhibidores de frecuencia que evitan las detonaciones por control remoto, así que los talibanes incluso se podían ahorrar el engorro de inmolarse para matar soldados. Pero sin duda lo primordial, lo más necesario, lo que reclaman todas las fuentes que tratan el asunto, tanto las militares españolas con la antigua y la nueva cúpula militar al frente (Jefe Estado Mayor incluido), así como los representantes internacionales de la coalición es un aumento de nuestros efectivos. Este aumento, que hasta reconocen en privado y en documentos internos miembros de Defensa, no solamente es necesario para llevar acabo nuestra labor de reconstrucción y ayuda en el país sino que es absolutamente imprescindible para la propia seguridad de nuestras tropas que se ven desbordadas por la actividad insurgente en la zona. Así que además de no poder cumplir enteramente nuestra misión, arriesgamos nuestra seguridad. Pero amigos, esto no interesa al Gobierno, caso cerrado, que destapa sus contradicciones. Esperemos que no tengan que admitir estos hechos con nuevas tragedias, de las que, quede bien claro son sólo responsables los talibanes, para que la situación se normalice y este Gobierno actúe con responsabilidad. Mientras tanto los españoles, una vez más, seguiremos asumiendo el riesgo de su irresponsabilidad.

 

Javier Martínez-Fresneda Barbasán